Paciencia... es la madre de la ciencia

"El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son". Hace ya dos mil y pico de años que Mr. Titus Livius llegó a esa conclusión. Por algo se le encargó educar al futuro emperador Claudio allá en la Roma de la prosperidad, y pa mí, que algo tuvo que ver en que llegase a emperador y conquistase. Llevándole la contraria a Ásterix y Obelix, no estaban locos estos romanos. A ver si nos vamos a creer que las técnicas de psicología y pedagogía actual las hemos descubierto los humanos del siglo XX y XXI...

Qué ajjjquito esto del miedo. Uno de los dos únicos fisios que me ponen la mano encima (qué bien queda eso, parece que soy súper guay, aunque más hiper chupi hubiera quedado: "mi fisio" o mejor aún, "mi osteópata", que a nivel social es la boooomba) me dijo un día que, "cuando conseguimos pasar la barrera del miedo, se abre ante nosotros un mundo maravilloso". Razón no le faltaba, al hombre, pero a veces, como dice Hara, se me aparece un bicho feo, verde y peludo que no hay quien se deshaga de él. Y yo me pregunto (and I wonder), ¿qué razón tienen los miedos irracionales? ¿cuál es la ventaja evolutiva de un miedo que no tiene ni pies ni cabeza  y que (en ocasiones) nos bloquea o que nos hace pasar malos ratos?

El peor de los miedos es el del "Y si": Dícese de la gran capacidad del ser humano de generar situaciones hipotéticas, en muchos casos, impensables e irrealizables, pero en las que encuentra un regocijo casi rozando el masoquismo: "¿Y si cuando vuelva a España todo el mundo se ha olvidado de mi y de repente hay una glaciación y un terremoto (a la vez, por supuesto), el Sol se va a Holanda y España se convierte en un país plano y nos convertimos en cruditos altos de ojos azules por una mutación genética necesaria para sobrevivir y producir vitamina D?" Vamos, todo perfectamente posible, por supuesto, ahora que soy un hacha en estadística y entiendo de probabilidades. Como el estudio del paracaídas: "El uso del paracaídas como medida para evitar el daño producido por una aceleración gravitacional no está demostrado, ya que no hay estudios a doble ciego (con paracaídas y sin paracaídas) que demuestren que no llevar paracaídas es mejor que el paracaídas." Así que, según esto (que es cierto, pero, señores, ¡¡utilicemos el sentido común!!), todo es posible. Sólo conocemos algunas hostias como panes de gente que se ha caído de alturas, pero hay gente que ha sobrevivido a cosas inimaginables.. En fin, momento disertación en medio del doctorado (tengo que re-escribir parte de un articulo, y necesito inspiración...).

Luego me doy cuenta de que soy una egoísta, y todo se reduce a que soy una impaciente. Quiero las cosas "aquí y ahora" (los seguidores de Gestalt estarían orgullosisisisisisísimos de mi...). ¿Cuánta gente tengo a mi alrededor últimamente que está sufriendo la pérdida de un ser querido (es una plaga últimamente, por Dios, Universo... ¡¡para ya de llevarte gente!!)? Claro que eso me afecta, y claro que eso me hace estar más ñoña y castigarme aún más pensando: "¿ves? si no te quedan más que unos Telediarios en este mundo, ¿qué coooooño haces en ese paíiiissssssssssssss planooooo?". Luego también pienso que "el que la sigue la consigue", que "esto también pasará", que a veces hay que hacer pequeños o grandes sacrificios, o apuestas, que "el que no arriesga no gana", que también piensas lo mismo cuando tienes 13 años y lo que quieres es tener 16 para entrar en las discotecas, o 18 para ser "mayor de edad" y tener carné de conducir (¡qué momentazos aquéllos, con lo importante que te parecía el fin de semana! ¿eeeeh?), o cuando veías el final de la carrera (y eso que aquí la menda hizo una cortita) súper lejos y no querías más que dejar de estudiar (craso error, al final, no he parado, ¡qué fueeerteee!). Tengo el libro de "El guión de vida", de Martorell, ahí calentito para leérmelo (gracias, Hara) a ver si mi sub(in)consciente entiende de una manera consciente por qué toma algunas decisiones (Muy enriquecedora la charla del sábado por la noche, gracias a tod@s de nuevo!) ¿Casualidad que mis padres sean profesores, que renegase de la docencia, y que ahora vuelva a ella con más fuerza que nunca?  ¿Casualidad que mi ex me dijera que la escalada no me iba a gustar y que ni de coña me veía subiéndome a las paredes, para que ahora me encante y me enganche?  ¿Casualidad que personas con problemas en su infancia y adolescencia se dediquen a trabajar con este tipo de personas y a ayudarles, en un futuro? ¿A dónde nos dirigimos? Y como siempre, la pregunta más importante de todas, ¿a qué huelen las nubes?

Por último, vamos a citar a Michael Ende, autor de mi Biblia cuando era quichitina, "La historia interminable": hay un diálogo entre Bastian y el león, en el que hablan de una inscripción que dice "Haz lo que quieras":

- Eso quiere decir que puedo hacer lo que me dé la gana, ¿no crees?- Dice Bastian (como buen niño, Bastian no pensaba en terjiversar, ni en los dobles sentidos ni ná, iba to the grain)

- No- dijo con voz profunda y retumbante el león (a mi me habla un león así y me cago todita)-. Quiere decir que debes hacer tu Verdadera Voluntad. Y no hay nada más difícil.

- ¿Mi Verdadera Voluntad?- repitió Bastian impresionado- ¿Qué es eso? (realmente quiere decir ¨¿y eso qué é lo que é?" pero Mr. Ende lo maquilla un poco)

- Es tu secreto mas profundo, que no conoces. (Me veo a Bastian pensando en las revistas porno que tenía ocultas debajo de la cama o el jarrón que rompió y que no le dijo a su madre)

- ¿Como puedo descubrirlo entonces? (realmente quería saber si sus padres le iban a pillar)

- Siguiendo el camino de los deseos, de uno a otro, hasta llegar al último. Ese camino te conducirá a tu Verdadera Voluntad.

- No me parece muy difícil - opino Bastián (¡sobrao!)

- Es el más peligroso de todos los caminos - dijo el león.

- ¿Por qué? - preguntó Bastián - Yo no tengo miedo (sobrao elevado a n, pues en el libro queda claro era un niño bien retraidito y que sus compis le hacían bulling de ése...).

- No se trata de eso - retumbo Graograman - ese camino exige la mayor autenticidad y atención, porque en ningún otro es tan fácil perderse para siempre. (...)"

Y aquí es donde digo yo que de pequeña de estas cosas no me enteraba (a lo mejor algo de efecto hacían en mi inconsciente) y que fue el único libro gordo de Petete que me leí dos veces... Vamos, de Siddharta no tiene nada que envidiar... Pero eso, amigos, es otra historia, y será contada en otra ocasión.